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¿Qué son las emociones autoconscientes?

emociones autoconscientes

Experimentar vergüenza a la hora de dar nuestra opinión, sentir culpa por aquello que un día hicimos u orgullo por un logro conseguido… Cualquiera de los ejemplos anteriores corresponde a una serie de emociones en las que existe una evaluación relativa al propio yo y que en el ámbito de la psicología se han denominado emociones autoconscientes, pero… ¿cuáles son sus características? 

  • Son emociones secundarias. Esto quiere decir que surgen a partir de la transformación de otras más básicas. 
  • Son emociones complejas. Es necesario el desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas, como una noción del yo o autoconciencia, es decir, es necesario que exista una diferencia entre el yo y los demás. 
  • Son emociones sociales. Aparecen en contextos interpersonales. 
  • Son emociones morales. Este tipo de emociones son fruto de la interiorización de valores, normas y criterios culturales a partir de los cuales se establece qué es correcto y qué no a nivel comportamental.  

No obstante,  a pesar de lo común,  son emociones bien diferenciadas. 

La vergüenza, surge  cuando se da una evaluación negativa del uno mismo, provoca el deseo de esconderse, de desaparecer,  el típico «tierra trágame». Se manifiesta en una especie de encogimiento del cuerpo. Se produce en situaciones en las que hay un sentido de exposición. La persona queda expuesta al juicio de otros. 

La culpa, por su parte, surge de una evaluación negativa más específica, referida a una acción concreta, tiene que ver la valoración del impacto del propio comportamiento en otro. Se produce en situaciones en las que la persona comete una falta que supone un daño para una tercera, o situaciones en las que la persona contravienen su propio sentido de lo que debe ser, su propio código ético y moral. 

El orgullo, por el contrario, es una emoción que frente a la culpa y la vergüenza está provocada por una autoevaluación positiva. Surge como consecuencia de la evaluación positiva de una acción propia, surge cuando la persona valora positivamente su conducta en relación con unos estándares, unas normas o unas metas. Provoca un estado positivo, placentero. Conlleva una tendencia a la reproducción de las acciones que lo suscitan. Al ser una experiencia emocional altamente reforzante, va a favorecer futuras conductas similares, además de fortalecer la propia autoestima. 

Aunque fácil de describir, el mundo de las emociones es altamente complicado y está sujeto a múltiples variables e interacciones, es por ello que como determinante del comportamiento humano es fundamental su estudio y entendimiento ya que es el sustrato de la esencia de nuestra conducta. 

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